¿Quién invitó al estrés a la fiesta?

¿Sabías que el estrés no siempre es el villano de la película? Así es, a veces aparece en nuestras vidas como un aliado disfrazado, como ese amigo que te da un empujoncito justo cuando lo necesitas… aunque claro, otras veces aparece en la escena como el tipo que te hace querer lanzarte al sofá y no moverte hasta que termine el mes. ¿Cuántas veces te ha ocurrido? Antes de darles un nombre a estos “tipos de estrés”, reconozcamos que el estrés en sí mismo tiene más facetas que una serie de Netflix.
Estrés bueno, estrés Malo
Aquí entra en escena el eustrés, que es como ese compañero de oficina que sabe motivarte en el momento justo. El eustrés nos ayuda a asumir retos, a prepararnos para una maratón, a planear una presentación o a sacar nuestra mejor versión en situaciones de presión positiva. Este tipo de estrés nos impulsa, nos hace sentir vivos, y, sobre todo, nos prepara para la acción.
El otro invitado a la fiesta es el distrés, el primo pesimista que llega para recordarte todo lo que puede salir mal en una semana caótica. Es el que aparece cuando el trabajo se acumula o cuando las presiones se convierten en sobrecarga. El distrés es el estrés negativo, ese que desordena nuestro sistema nervioso, dejándonos agotados y en una especie de estado de emergencia constante.
¿Por qué eustrés? ¿Por qué distrés?
La diferencia entre eustrés y distrés va más allá de que uno sea el “bueno” y el otro el “malo”. Ambos son respuestas de nuestro cuerpo a situaciones demandantes, pero el eustrés es una respuesta de adaptación: nos motiva a mejorar y a enfrentar situaciones retadoras. El distrés, en cambio, es la respuesta a demandas que sobrepasan nuestros recursos o capacidades, llevándonos a una percepción de amenaza.
Un ejemplo práctico: imagina que tienes una presentación importante en el trabajo. Si estás experimentando eustrés, sentirás algo de nervios, pero esos nervios te impulsarán a prepararte y a estar alerta. Si es distrés, esos mismos nervios se convertirán en ansiedad, dudas y hasta bloqueos mentales que pueden afectar tu desempeño.
Efectos del estrés en el cuerpo y la mente
Podríamos pensar que, al fin y al cabo, estrés es estrés, pero las consecuencias de cada tipo son totalemente diferentes:
Eustrés: nos aporta energía y foco, ayudándonos a alcanzar nuestras metas y a mantenernos comprometidos. Estimula la producción de adrenalina y noradrenalina, lo que mejora nuestra capacidad de respuesta y concentración. A largo plazo, el eustrés se ha asociado con la sensación de bienestar y logro personal (Goleman, 1995).
Distrés: (aquí viene lo complicado). Cuando vivimos bajo distrés, el cuerpo y la mente pagan un alto precio: problemas de sueño, tensión muscular, fatiga y, en algunos casos, incluso enfermedades más serias (Kabat-Zinn, 1994). Es como tener el pie en el acelerador sin descanso, agotando nuestras reservas físicas y mentales. El distrés también puede reducir nuestra capacidad de concentración y rendimiento, generando un círculo vicioso que solo aumenta la ansiedad (Kahneman, 2011).
Ejercicio práctico para domar al distrés: la técnica de respiración 4-7-8
No podemos negar que el distrés, cuando se presenta, a menudo no tiene botón de apagado, pero podemos tomar medidas para minimizar su impacto. Un ejercicio sencillo y efectivo es la técnica de respiración 4-7-8 que la incluyo dentro de mi libro Camino a la Calma:
Inhala profundamente mientras cuentas hasta 4. En este paso, céntrate en llenar tus pulmones de aire, visualizando cómo oxigenas tu sistema.
Sostén la respiración mientras cuentas hasta 7. Este momento de pausa ayuda a calmar tu sistema nervioso, señalándole que no estás en peligro.
Exhala suavemente contando hasta 8. Suelta el aire lentamente, visualizando cómo liberas la tensión acumulada.
Este ejercicio, aunque sencillo, es una poderosa herramienta para resetear la mente y el cuerpo. La práctica de técnicas de relajación como esta nos ayuda a reducir la respuesta de “lucha o huida” que el distrés provoca, permitiéndonos actuar desde un lugar de calma y claridad (Kabat-Zinn, 1994).
Eustrés: cómo aprovechar al entrenador interno
Entonces, si el distrés es el que queremos evitar, ¿qué hacemos con el eustrés? ¡Aprovechadlo al máximo! El eustrés puede ser un poderoso aliado cuando sabemos reconocerlo y utilizarlo en momentos clave. Piensa en esos instantes previos a un evento importante, cuando los nervios te dan un toque de alerta y energía extra. Ese nervio previo no es tu enemigo; es tu entrenador interno diciéndote que estás listo para dar lo mejor de ti.
Una buena manera de canalizar el eustrés es establecer metas claras y alcanzables. Cada vez que cumplimos un objetivo, por pequeño que sea, nuestro cerebro libera dopamina, la “hormona del placer”, que refuerza la sensación de logro y nos motiva a seguir avanzando. Así, el eustrés se convierte en un refuerzo positivo en lugar de una presión agobiante (Goleman, 1995).
Estrés como aliado
El estrés puede ser tanto nuestro amigo como nuestro enemigo, todo depende de cómo lo gestionemos. En última instancia, el objetivo no es eliminar el estrés, sino aprender a manejarlo. Como decía Marco Aurelio, “la felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”(Marco Aurelio, siglo II/2004), y esto incluye nuestra manera de interpretar y reaccionar al estrés. Podemos cultivar estrategias para transformar el distrés en calma y reconocer el eustrés como esa chispa que necesitamos para encender nuestra mejor versión.
Así que, la próxima vez que sientas el estrés aparecer, pregúntate: ¿es mi entrenador o mi crítico? Si es el primero, aprovecha su energía, si es el segundo, recuerda que tienes herramientas para controlarlo. Al fin y al cabo, el estrés puede ser una fuente de crecimiento personal cuando aprendemos a usarlo a nuestro favor.
¿Y tú? ¿Tienes alguna técnica para domar al estrés? Comparte tu experiencia, ¡estaré encantado de leerte!
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Nos leemos en el próximo envío de Equilibrio Mental 😊
— Alex de 3A
Referencias
Goleman, D. (1995). La práctica de la inteligencia emocional. Kairós.
Kahneman, D. (2011). Pensar rápido, pensar despacio. Debolsillo
Andérez, A. (2024). Camino a la Calma: estrategias para manejar la ansiedad y el estrés.
Marco Aurelio. (2004). Meditaciones (A. Piñero, Trad.). Edaf. (Trabajo original publicado en el siglo II)
